
Es como si mi muñeca rechazara mi reloj, como si mi cabeza fuera dinamita a punto de explotar, sin saber hacerlo. Como si mi corazón quiera dejar de palpitar tan fuerte al menos un instante, como si todas las ventanas se fueran cerrando, una a una, hasta no dejarme respirar. "YA NO PUEDO MÁS!", grito constantemente a mis adentros. Pero es mentira. Sí puedo, lo sé. Lo sé. ¡Lo sé!